Novena clase. Segunda parte de drama, como en el
teatro, hay espectadores y actores, esta
vez en vez de ser protagonista fui una espectadora más de esta forma tan
antigua de teatro, donde el fin es la catarsis, la liberación del alma y el
espíritu. La semana anterior era escoger
a alguien que hubiera cambiado nuestra vida, que nos hubiese marcado, esta vez
cada uno de los participantes tenía que llevar un objeto que fuese
significativo para cada uno, algo de lo cual no desharían jamás. Había de todo
entre los objetos, cada uno con su historia y sus sentimientos, los dispusieron
en círculo y luego cada uno contó por qué era significativo aquel objeto. La
parte difícil era deshacerse de aquel objeto preciado, un acto de
desprendimiento (simbólico, por supuesto) en el cual cada uno de los que
participaron del círculo le regalaba su objeto a quien quisiera, pero con la
condición de que también estuviese dentro del círculo. Compartir la intimidad
con otra persona es un gran paso dentro de las relaciones humanas, compartir
los secretos o siquiera un objeto preciado es algo que quizás nos hace más
personas, más un todo que un ser individual, lo hacemos a diario, pero hasta
que no se dan estas instancias uno no se da cuenta del valor que pueden tener
el regalar, los sentimientos que ponemos dentro de esos objetos...
Personalmente, yo no pude pensar en algún objeto realmente significativo para
mí, pero me sentí identificada con las palabras de una de mis compañeras y
casualmente una amiga; dijo que ella no se aferraba a las cosas materiales,
porque prefería darse a si misma (no fueron las palabras exactas... es que me
falla la memoria) y en que al final, eran sus
recuerdos su posesión más valiosa, pues yo pienso igual, mis recuerdos
son mi tesoro y por ende temo perderlos, reflexioné mucho acerca de eso durante
la actividad, mientras escuchaba a los demás contar sus historias, algunas
largas, otras cortas, algunas alegres, tristes o ambas, cada uno tuvo la
oportunidad de abrir su corazón.
Por segunda vez me quedé con la agradable sensación de que
estoy rodeada de personas especiales, de que ellos son los compañeros con los
que tengo que estar y no otros, de que cada uno es alguien hermoso tanto por
dentro como por fuera, me encanta ese ambiente cálido, ese ambiente cariñoso y
seguro que se genera con ustedes (y ahora me dirijo directamente a ustedes,
compañeriTOs), el tiempo se me ha hecho largo, pero de una buena manera, siento
que en vez de llevar un par de meses, llevase miles de años e insistiré en esa
idea siempre, porque que el tiempo se alargue cuando estás feliz es algo
magnifico, es mejor que qué se pase rápido y uno no sé de cuenta ó peor que se pase mal y cada segundo pese
como castigo. Pero tengo la fortuna de tenerlos
y sé que son buenas personas y que puedo contar con ustedes, siempre.
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