Primero debo decir que en mi opinión personal, esta ha sido
mi clase favorita. Hoy al igual que la clase anterior continuamos trabajando
con el movimiento creativo; trabajamos con la expresión corporal y la
gestualidad sin palabras a través del ritmo. Hicimos un calentamiento previo, y
luego nos dividimos en tres grupos a los que se les asignaron distintas tareas.
Yo me quedé con el grupo más grande y la actividad propuesta fue improvisar de
acuerdo a todo lo que habíamos aprendido la clase anterior. En principio la idea
de dejarlo fluir todo era algo aterradora, pero no faltó aquel valiente que
comenzó con la actividad e hizo todo más sencillo. Me recordó mucho a una
actividad que realizo con mis compañeras de danza árabe, llamado afrodita,
donde una de las bailarinas sale a danzar improvisadamente, luego llegado un
momento se queda como estatua y otra baila a su alrededor, interactuando con
ella, para luego bailar juntas y terminar como estatuas otra vez, integrándose
otra que baila a su alrededor y así sucesivamente... La dinámica aquí era la
misma, sólo que, por supuesto debíamos movernos al ritmo de la música y con
otro tipo de movimientos. Fue una actividad muy liberadora y relajante, nos
reímos mucho y pudimos interactuar de una manera diferente, sin palabras, más
que las risas, haciendo caras, arrastrándonos por el s
uelo, girando saltando,
volviendo un poco a la infancia donde la vergüenza no es un problema. Cuando ya
todos estábamos dentro del grupo, tuvimos que formar una máquina con sus
respectivos sonidos, cada uno haciendo el suyo, tratando de lograr una armonía
con el movimiento al compás de la música.
Luego nos tocó a nosotros observar el trabajo de los otros
dos grupos. Uno de ellos trabajó con las máscaras que anteriormente creamos,
también trabajaron con el movimiento incluyendo las máscaras dentro de él, una
pequeña representación teatral, un “brujo” que despertaba a cada uno con su
máscara, para poder moverse al ritmo de la música y luego volverlos a dormir.
Para finalizar la clase, nos relajamos escuchando al último
grupo, que hizo sonidos, música con distintos instrumentos, algunos
convencionales y otros no tanto, se movían alrededor de la sala haciendo
sonidos al compás de un tambor, creando distintas melodías, inundando el
espacio con la música, fue una experiencia muy evocadora y relajante; el sonido
provenía de todas partes y cada uno muy diferente al otro, creando sonidos
armoniosos entre si. Fue algo maravilloso, porque el hecho de estar en una
posición relajada y con los ojos cerrados, hacía que la experiencia fuera
totalmente diferente, dejando de lado la vista, los sonidos penetraban con mayor
intensidad en los oídos, relajando completamente.
El movimiento es fuente de expresión, la comunicación sin
palabras es rica en todos los sentidos, tiene algo muy especial que la
comunicación no verbal no logra expresar por si sola: Dice todo de nosotros,
quienes somos y como somos. Esa capacidad que tenemos como seres humanos de
comunicarnos debe ser aprovechada en todos los sentidos
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