viernes, 10 de mayo de 2013

Movimiento creativo I : Salúdame así, con una sonrisa



Sexta clase.  “Movimiento creativo”, se leía en el programa y la verdad es que no podía evitar imaginar que en esta clase bailaríamos, quizás un poco de pantomima o de improvisación o algo así, pero la verdad es que me equivoqué casi totalmente. Nuevamente, entramos a una Brígida Flores vacía, sin sillas, con un equipo de música dispuesto en el lugar donde se pasean los profesores mientras hacen clases y, como es habitual, el barullo llenaba el salón, se podía sentir la expectativa a una nueva clase de estrategias. Como siempre también, costó silenciarnos y ponernos manos a la obra. Primero hicimos un pequeño calentamiento, nos pusimos en parejas y por medio de las indicaciones de la profesora Erna, comenzamos a movernos como ellas nos pedía, nos reímos muchísimo. Luego comenzamos a caminar por alrededor del salón y recordé mi época en el taller de teatro del colegio, donde ese ejercicio de caminata de concentración era habito en cada clase, luego nos pidieron que cada vez que nos topáramos con alguien nos saludáramos, sin hablar, tomando la mano, o los codos, o hasta la oreja, chocando con los hombros o la cadera,  siempre mirándonos a los ojos y sonriendo con cariño, fue un ejercicio un poco extraño a mi parecer,  pero necesario creo, las personas, por lo general nunca nos miramos a los ojos o nos dedicamos una sonrisa, siempre pasamos, sin ver nada en el otro y, particularmente ver en sus ojos el mundo y la dimensión que se encuentra en ellos, fue una experiencia energizante y no exenta de risas. Casi finalizando la clase nos volvimos a juntar en parejas, espalda con espalda y mientras la profesora nos indicaba una emoción o sentimiento teníamos que con nuestra espalda expresar alegría, enojo, tristeza, cariño, etc. Fue algo extraño, no es fácil hablar con la espalda, pero ahí uno se da cuenta de que todo el cuerpo habla, la comunicación sin palabras es bellísima y aun más si utilizamos todo el cuerpo para ello. El hablar no lo es todo y siento que nos divide, con sus 
idiomas diferentes. En cambio, una sonrisa, un gesto, una mirada, son un código universal, que no cambia demasiado de una cultura a otra y que son importantísimos a la hora de comunicarse, porque no somos lo que decimos, sino lo que expresamos al decir con cada parte de nuestro cuerpo.

Quiero hablar de algo que, personalmente, me apasiona mucho y que pienso usar sus beneficios en mi trabajo de terapeuta y esa es la danza del vientre, hoy en día con cientos de variantes. Se relaciona mucho con el movimiento, la danza del vientre ocupa cada parte del cuerpo para ir al ritmo de la música, cada parte del cuerpo se mueve al ritmo, dándole otro sentido a la danza. A mi me ha servido muchísimo, me ha infundido confianza, me ha ayudado a quererme tal como soy y a expresar por medio del cuerpo lo que no sé decir con las palabras.





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