Quiero comenzar con una especie de profecía: mi nombre. Hace unos meses (antes de que mi entrada a la unversidad se hiciera oficial) busqué su significado y esto fue lo que encontré:
“Era la
niña de nacimiento noble y de condición libre, que era destinada a los
sacrifícios y hacía de acompañamiento a los flámenes. Es nombre de un antiguo
ritual romano de origen etrusco. Simboliza al idealista, al que confia en la
esperanza y otorga su vida de forma altruista. Se relaciona con el que actua a
favor de los demás. En el Santoral, Camilo de Lelis; dedicado a los proteger y
cuidar enfermos”.
Me sorprendió mucho porque
siempre estuve interesada en el área de la salud, primero en kinesiología,
luego en medicina y por último,
ya en mi último año de enseñanza media, llegué a conocer esta carrera
maravillosa: terapia ocupacional y sencillamenteme enamoré, no sabía mucho más
de lo que burdamente se sabe (aunque era mejor que no saber nada), traté de
averiguar lo más que pude y cada cosa que leía o veía, hacía que más me diera
cuenta de que era esto lo que quería ser; quería hacer algo más que estar
sentada tras un escritoria, quería poder ser una parte activa de la
recuperación de una persona, ser algo más que “esa doctora que me recetó este
remedio” y creo hasta ahora muy firmemente que en la terapia ocupacional he
encontrado lo que busco. Además, saber que mi nombre tiene tal sgnificado, hace
que mi vocación sea casi como el destino, lo cual me hace aun más conciente de
que esto es lo que realmente deseo hacer durante las próximas décadas... y lo
mejor de todo: Lo haré con la sonrisa más grande todas.
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