martes, 23 de abril de 2013

Máscaras: Reflejo de ti mismo



Desde tiempos antiguos las máscaras han sido método de expresión, ya sea religiosa, para realizar rituales, o por mera entretención, han formado parte importante de la cultura de las diferentes sociedades y han trascendido en ellas a través de los siglos, cambiando su forma y función dentro de la misma sociedad. Sus usos también han variado a través de las eras, pasando por los usos cremoniales, de entretención, protectoras, con fines médicos, de anonimato e incluso como forma de humillación pública . De cualquier forma, con cualquiera de los usos que se le puedan dar y las miles de formas diferentes que hay para cada una, las máscaras son una forma de expresión, una manera de representar la realidad, o ayudar a representarla. Y precisamente, el trabajo de mi segunda clase fue realizar una máscara, fue una suerte que me hubiese tocado lo que más tenía ganas de hacer, puesto que el grupo se dividió en dos grupos para hacer el trabajo más eficiente.
La profesora nos comentó que se podían realizar máscaras de cualquier parte del cuerpo, pero que trabajaríamos con el rostro para realzar el obetivo de realizar la máscara. Sería la primera parte del trabajo, ya que posteriormente, tendríamos que adornar nuestra máscara con colores y adornos.
Lás máscaras pueden ser hechas de una infinidad de materiales diferentes, pero en nuestro caso, el material escogido fue el yeso, y según lo que he leído, a eso se le llama “máscara viva”. Suena bien, tiene mucho que ver con el objetivo de nuestras máscaras: mostrarnos a nosotros mismos. Plasmar lo que realmente somos, con todos los defectos y virtudes que tengamos... Dicho y hecho, nos pusimos manos a la obra, protegimos el rostro con vaselina, para que el yeso no se quedara pegado a la piel y se saliera con mayor facilidad. Algunas de nuestras compañeras ya habían hecho máscaras de yeso antes, por lo que fueron de gran ayuda, para aquellos de nosotros, que por inexperiencia y quizás un poco de torpeza no sabíamos como trabajar el yeso. Cortamos tiras con cuidado y luego empezamos a moldear nuestros rostros en yeso, fue un trabajo largo, no exento de risas, que, dada la alegría le dieron un toque diferente a cada máscara, fue un trabajo en equipo intenso, para que cada uno tuviese su máscara lista a tiempo. Cada uno ayudó en aquello que pudo, trabajando con el yeso en la cara de los otros, cortando tiras, limpiando gotitas de agua con yeso, en fin, cada uno cumplió con su labor.
Terminado el trabajo pude observar el resultado: El rostro que tenía en mis manos me resultó extraño, poco familiar, pero tenía escondidos mis rasgos, o en realidad, más que escondidos, muy visibles. Me sirvió para reflexionar acerca de la máscara que cada uno lleva dentro, de aquella que no nos deja vernos como somos en realidad, esa máscara que nos subestima o a veces sobreestima, esa que no debería ser más que un adorno en nuestra pared.


1 comentario:

  1. O.o me encanto la foto donde la profe muestra el material pareciera como que nunca hubieramos visto algo así *-*

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